“Don José” hizo bailar a Gestido
Por las filas “aliancistas” han desfilado astros de brillo propio, y que en determinada época le dieron jerarquía al popular club victoriano. Cómo olvidar a luminarias como Valdivieso, “El Maestro” Villanueva, Magallanes, “El Cholo” José Morales, Félix Castillo, Gómez Sánchez, y otras tantas estrellas que también pasaron por el fortín de los “íntimos”. En su mayoría, dejaron la huella de actuaciones memorables.
José María Lavalle no fue una excepción entre los grandes cracks de Alianza Lima. Don "Coché" o "Cocoliche", como lo llamaban los hinchas, personificó a un puntero derecho de clase y variadisimos recursos. Con sus corridas relampagueantes e innata picardía criolla produjo performances sensacionales.
En el apogeo de su luminosa trayectoria futbolística ofreció un espectáculo maravilloso dentro de la cancha; bailando su clásica "marinera" ante el asombro de sus tenaces y empecinados marcadores. Cuando dominaba, al adversario sacaba su pañuelo y entonces afloraba su fútbol preciosista. Un fútbol que otrora fue mezcla de alegría, romanticismo y cariño a la camiseta.
Fue además un winger de estilo clásico; corriendo por la línea de cal y enviando centros por alto sobre la portería contraria. Alberto Montellanos nos dijo en una ocasión: “José María ha sido el mejor puntero derecho del club y del fútbol peruano. Pocos jugadores pueden gozar de este privilegio; sobre todo porque 'Cocoliche' impuso un estilo propio e hizo gala de una imantada personalidad para conquistar el afecto de todas las tribunas".
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José María Lavalle y la oncena titular aliancista. Fuente: La República. |
Lavalle llegó al club siendo un adolescente. Sin embargo ascendió rápidamente al plantel superior; reemplazando nada menos que al "Chueco" Ruestas. Era el año de 1923 y desde entonces comenzó a desparramar calidad en nuestros fields y deslumbró con su escuela personalísima a los públicos más exigentes de otras latitudes.
Lo recordamos en ese match contra el Belgrano de Montevideo (1925), у donde formó pareja con Choques, que pertenecía al Sport Progreso. Su brillante actuación fue el anticipo de otras memorables performances, y su juego señorial o paseo por lo gramado de México y Centroamérica (1928). No obstante, su desempeño portentoso lo cumplió en el estadio “Centenario”, 1938. Cuando le dieron un baile a ese héroe de Ámsterdam, Álvaro Gestido. La crítica Oriental se rindió ante su clase y uno de los diarios locales lo señaló como “la sombra de Gestido”.
Toda su carrera deportiva la hizo en Alianza Lima. Y desde sus inicios con la camiseta “blanquiazul” supo de imborrables emociones; coadyuvando con su aporte a la conquista de los títulos de 1927-28-31-32-33-34. Durante estas campañas tuvo como insider a Don Alberto Montellanos, con quién formó una de las mejores parejas nacionales. Los dos lucieron con su capacidad en competencias internacionales frente a Hayduk de Yugoslavia, Bellavista del Uruguay, Vélez Sarsfield y Atlético Tucumán de Argentina. Asimismo, le escupo buen desempeño frente al Olimpia del Paraguay. Posteriormente, formó un excelente dúo con Adolfo Magallanes, insigne gambeteador de la vanguardia “íntima”. Ambos brindaron magníficos partidos cuando viajaron a Chile con el Rodillo Negro, y revitaron encuentros de fuste en el Nocturno de Buenos Aires, 1937.
En la ofensiva "aliancista" jugó hasta 1939 después de haber cumplido una dilatada y estupenda campaña. No tenía ya la velocidad admirable de sus primeros años ni el placer de jugar. Su viveza personal lo había abandonado y entonces optó por retirarse de los campos de juego.
Quienes lo vimos actuar no podemos olvidar sus excepcionales desempeños. En nuestra memoria están vigentes dos confrontaciones perdurables: los encuentros contra Vélez y Tucumán. En los dos partidos este negro quimboso estuvo genialísimo; exhibiendo su carrera desbordante y su dribling majestuoso.
En los grandes clásicos contra la "U" de antes, Lavalle epilogó duelos de campanillas con el desaparecido Eduardo Astengo. Cuando el puntero "aliancista" estaba inspirado, "El Toro" pasaba las de Caín; en tanto que las tribus adictas festejaban su acción espectacular.
"Cocoliche" enfrentó a otros rivales de fuste; unos técnicos y otros rudos y con aviesas intenciones de lesionarlo. Orestes Jordán, "El Macho" Salas, Samuel Sayers, Antonio Quiles, etc., fueron defensores que en una u otra forma trataron de anularlo. Empero, el puntero de los "íntimos' se dio maña para salir airoso frente a sus adversarios.
La marinera fue su pareja inseparable en esos choques provocadores y espectaculares ante los rivales de turno.
Su fútbol resultó un verdadero espectáculo entre nosotros y en el extranjero. Los críticos chilenos le apodaron como “la locomotora negra". Y durante el Nocturno de Buenos Aires, la prensa argentina dijo que "Lavalle era un vendaval que arrasaba con los rivales".
Lavalle fue el Rey de la Marinera. Las palmas surgieron al unísono para premiar el juego alegre, retozón y pícaro de este fabuloso puntero derecho. ¡Oh milagro!, las cosas ingeniosas que realizó este negro cordíalísimo y bonachón. Don José vive ahora con sus viejos recuerdos.
*Varleiva (14 de mayo de 1983). “Don José” hizo bailar a Gestido. La República, p. 21.
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