Juan Quispe. Un zaguero de quimba y corte

Los viejos aficionados al fútbol recuerdan con nostalgia las performances de Juan Quispe, aquel zaguero maravilloso de Alianza Lima y los representativos nacionales. Su estampa futbolística acaparó las páginas de los diarios y revistas deportivas; ya que siempre mostrábase como un defensor de jerarquía. En nuestras canchas exhibió su estilo técnico e incomparable; superándose notoriamente cuando le tocó actuar en los escenarios del exterior. Le decían "la víbora" por su gran agilidad.

En el Sudamericano de Montevideo (1942) fue considerado como el mejor futbolista del torneo, y durante una gira con Universitario (1945) tuvo la oportunidad de brillar como el valor más cotizado del equipo. Los elogios de la prensa chilena destacaron la gran calidad de Quispe, y en cuyos campos impuso su cartel de zaguero diestro, seguro y dúctil para la marcación.

Hoy lo recordamos con la misma pasión que él lució a través de encomiables campañas en el conjunto "aliancista". Con la apostura de un crack extraordinario, elástico y brioso, Quispe fue uno de los players más importantes de los años cuarenta. Muchas de sus jugadas permanecen imborrables en las retinas de quienes lo vieron derrochar clase, valentía y el instinto creador para salir de la "cueva", dominando el balón. En este aspecto sobresalió como un defensor excepcional.

Su trayectoria deportiva la inició como puntero izquierdo en el Unión Santa Catalina. Después pasó al Sport Inca, y entre los bajopontinos se desempeñaba como delantero centro. Con la sonrisa de verdadera suficiencia apilaba contrarios y abatía las vallas de anónimos arqueros.

Un atardecer de 1936 llegó a los dominios de Alianza Lima. De expresión modesta, casi tímido, esperó su turno. Y el turno llegó para que entre los "íntimos" exhibiera poco a poco su irrefutable capacidad. Como jugador "orquesta" jugaba también en la medular y defensa extrema.

Su nombre se fue haciendo familiar en las tribunas adictas y dominicalmente se coreaban las gambetas y goles del promisor futbolista. Sin embargo, la plaza de centro foward no estaba destinada totalmente para él, ya que había figuras de renombre en la ofensiva del conjunto victoriano.

Juan Quispe. Fuente: La República

¡Qué hacer! Se le ubicaba en la línea media y otras veces en la zaga. Con el rostro del que tranquilamente sabe esperar no esbozó protesta alguna ni reclamó ayuda. Deambuló por todos los puestos del ataque, canjeando aplausos por virtudes exhibidas en el césped.

Dos cotejos internacionales fueron suficientes para que con justicia lograra el titularato en la línea de backs. Por aquella época nos manifestó: "Alegría y tristeza experimenté cuando me dieron la plaza de back izquierdo. Alegría por el hecho de triunfar. Y tristeza porque reemplazaba a un jugador que antes había sido mi ídolo y maestro: Alberto Soria. La suerte lo quiso y creo que su plaza quedó bien encomendada". Así nos habló Quispe. Con la sencillez del jugador que tampoco supo "dormirse sobre laureles".

El quite espectacular y el despeje señorial le sirvieron para salir airoso en las jornadas inolvidables del fútbol de antaño. Asimismo, su clase insuperable y la gama prolífica de recursos cimentaron sus actuaciones brillantes en los certámenes internacionales, y en los partidos contra clubes argentinos, uruguayos y brasileños.

En la tienda de los "íntimos" estuvo cerca de 15 temporadas, con una aсtuación efímera en el Ciclista Lima (1940). Empero, no puede negarse que su vida futbolística estuvo marcada por el éxito permanente. Muy joven llegó al club de la divisa "blanquiazul y casi un adolescente el destino le permitió codearse con "El Maestro" Villanueva, "El Mago" Valdivieso, José María Lavalle, "El Cholo" Morales y otros.

Quispe tuvo también amarguras y decepciones. Experimentó honda tristeza cuando Alianza Lima fue a jugar al Potao. No pudo negar su aporte para que el club volviera al círculo privilegiado.

Después de su retiro debió afrontar una grave dolencia. Lo operaron de la cadera y su recuperación demoró mucho tiempo, quedando prácticamente inválido. Los directivos del club se mantuvieron insensibles a su dolor humano y cuando estuvo internado en el Hospital Obrero, supo de la soledad y el olvido de amigos e hinchas.

El otro día lo encontramos caminando por una calle de La Victoria. Apoyado sobre dos muletas el otrora zaguero "aliancista" nos habló de su aflictiva situación económica. "El destino me ha castigado duramente. Tengo una pensión jubilatoria muy exigua que apenas me alcanza para solventar las más premiosas necesidades. La vida se torna muy complicada y el panorama lo veo bien difícil para seguir subsistiendo".

Convendría que los dirigentes de la institución victoriana acudan en ayuda de Quispe. Se le podría organizar un beneficio y los fondos recaudados aliviarían sus males que aún sigue padeciendo. Sinceramente, lo merece este player. En su época fue un zaguero intachable y nunca hizo alarde de arrogante vanidad.

*Varleiva (7 de octubre de 1983). Juan Quispe. Un zaguero de quimba y corte. La República, p. 27.

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