El futbol; una satisfacción y una esperanza para Roberto Castillo

Vino desde Chincha, la pintoresca y campesina ciudad del Sur y sentó sus reales en La Victoria. Al principio pasó desapercibido y si llamó la atención de algún aficionado, fué por su fragilidad. Tan delgado era, que se hacía difícil pensar que este morenito tan delgado pudiera destacar en un deporte como el fútbol donde hay que someterse al rigor de muchas jugadas violentas. Por eso antes que aplausos conquistó sonrisas y sobrenombres relativos a su resumida contextura.

No faltó el espectador anónimo que desde la tribuna le gritó: —¡Hilacha!

Pero Roberto no se desanimó. Además sus movimientos dentro de la cancha denotaban pasta de auténtico crack, lo que faltaba, eso si, un poquito más de energías y sobre todo: bastante fútbol grande, para dejar definitivamente los rezagos de ingenuidad provinciana que aun quedaban en su juego.

Por eso la trayectoria no fué de las más relumbrantes. Vino desde Chincha, como había venido su hermano Félix o como había venido su amigo de la infancia Cornelio, que con frecuencia salía retratado en los periódicos y a quien más conocían los aficionados por su apellido: Heredia. Roberto vino con ellos: para triunfar; y afincó en La Victoria y hasta llegó a tener un sitiecito en el corazón de esa hinchada bulliciosa y morena de los "íntimos". Claro, que todavía no ha dado todo lo que se puede esperar de él. Tampoco no hay que apurarse. Especialmente cuando se es tan joven como el Castillo chico que nos cuenta:

—Tengo muchas esperanzas de progresar bastante dentro del fútbol. Será porque recién he cumplido los 19 años y me parece que a esta edad todavía se puede esperar bastante de uno mismo, sobre todo cuando hay tanta afición como la mía.

Cornelio Heredia, Felix Fuentes y Roberto Castillo y el comentarista de la revista Equipo en el local de Alianza Lima.

Y basta mirarlo de cerca y conversar con él, para comprobar que apenas si es un niño que va dejando de serlo. Porque Roberto nació allá en la buena tierra de Chincha en un 29 de abril de 1929.

Y la muchachada morena y amante de retozo no andaba de correrías por entre albos algodonales que hacían resaltar sus cabezas como lunares cortados en sonrisa por sus dentaduras, se echaban a los potreros de gramalote tierno para patear la inolvidable pelota de trapo.

—Mi inclinación por el fútbol resultó de lo más natural, ya que todos los chicos lo jugaban. Pero a mí me gustó tanto, que casi todas las horas del día me las pasaba shoteando. En casa, mi mamá se oponía a esto, porque como desde chico era tan delgado, ella creía que con tanto fútbol podía enfermarme. Pero yo me las ingeniaba para seguir en lo que era mi mayor distracción.

—¿Y cuándo jugó por un club organizado? —le preguntamos a Roberto.

Castillo parece que gozara con la respuesta, se le escapa por los labios la sonrisa y por los ojos la añoranza. Con cuánto deleite no responde:

—Apenas tenía 10 años, pero ya me había destacado un poco entre los chiquillos de mi edad en la Hacienda San José de Chincha. Por eso me tomaron en cuenta para que formara parte del Calichín del Deportivo Cillóniz. Yo me sentía como el chico más feliz del mundo cuando en 1939 vestía la casaquilla azul que tanto queríamos en el pueblo........

Roberto se queda callado, sus ojos vivos y brillosos parece que se hubieran encarado con aquel momento tan simpático de su vida y la sonrisa dice bien claro de su satisfacción. Lo interrumpimos:

—Cornelio Heredia y su hermano Félix ¿dónde jugaban entonces?

—Como eran mayores, también me llevaban ventaja. Félix jugaba en ese tiempo en el Juvenil del Deportivo Cillóniz, lo hacía como interior izquierdo. Cornelio era ya conocido como goleador y cañonero en el Primer equipo donde ocupaba el puesto de centro forward. Yo recién empezaba: en el Calichin y con 10 años apenas.......

Pero eso era lo de menos. Había madera, y eso si que es lo esencial. Por eso Roberto se fué cuajando y escalando peldaño por peldaño dentro de su querida institución de la soleada Chincha:

—En 1940 yo ya tenía 11 años, y el tiempo no había pasado por gusto, porque ya me encontraba un poquito más arriba: jugaba en el equipo Infantil.

A los 13 años llegué a jugar por la Reserva, donde todos los demás jugadores eran mayores que yo, pero me confundía con ellos debido a mi estatura. Estaba muy contento con mis progresos tan rápidos. Progresos que se hicieron más efectivos por ese tiempo que llegó Domingo Arrillaga como entrenador de los equipos de fútbol de la Hacienda. Mientras tanto, Félix ya había llegado a la Primera. Yo estuve más de dos años en la Reserva y campeonamos en 1945.

—¿Y entonces no pensaba en la posibilidad de llegar a jugar por un equipo de Lima?

—Como toda la gente de Chincha, yo era fanático del Alianza Lima. Pero que iba a creer que un día vestiría su chompa. Pero la idea se me clavó en el cerebro desde una tarde que tampoco podré olvidar........

—¿Se podría conocer?

—Jugábamos los del Deportivo Cillóniz contra el cuadro de la Curtiembre Olivari. Yo no lo había hecho mal. Cuando terminó el match se acercó Adelfo Magallanes y me dijo:

—¿No quisieras ir a Lima?

—¿Para qué? —le contesté extrañado.

—Para que juegues por la Alianza… —Ya podrán imaginarse ustedes lo que yo les respondí. Pero me había olvidado que tenía que consultar con mi familia. Así lo hicimos y en la casa dijeron rotundamente que no. Alegaban que yo recién tenía 17 años y por lo tanto era muy muchacho para venirme a Lima...

—¿Entonces?

—Me dijeron que no. Pero yo ya tenía metida esa idea y fué tanta mi insistencia que no tardaron en darme el permiso. Se cumplía así una de mis mayores ambiciones. Claro que en Chincha se quedaba lo que más yo quería: mi familia, mis amigos, mi trabajo en la desmotadora de la Hacienda, la campiña misma... Pero la ilusión que me hacía dejar todo eso era mayor.

—Llegué, no puedo olvidarlo, un día miércoles en julio del 46, ese día hice mi primer entrenamiento. El domingo me hicieron jugar contra el Iqueño. Formamos la delantera en la siguiente forma: Villanueva, yo, Herrera, Gómez Sánchez y Pedraza. El primer tiempo jugué regular, pero el segundo, verdaderamente que lo hice todo mal...

—Después fuimos a provincias: jugué en Trujillo y Chiclayo, reemplacé a Vargas cuando estuvo lesionado, luego fui con la Reserva al Cuzco. El año pasado formé como wing izquierdo contra la U. No lo hacía como hubiera querido…

—¿Cuál era el motivo?

—Que nunca me ha gustado ese puesto. Mi sitio natural, creo que es el de interior; cuando juego como centro forward también me siento satisfecho. Además había otra cosa que no me dejaba...

—¿La nerviosidad?

—Efectivamente. Desde la primera vez que sali al Estadio Nacional sentía que todo el cuerpo me temblaba y lo peor de todo fué que esta nerviosidad me duró casi todo un año. Ahora ya entro sereno a la cancha y me encuentro más seguro de lo que voy a hacer.

Roberto Castillo formó parte de la jira que hizo su Club a principios de este año por la República de Colombia.

—Guardo muy buenos recuerdos de ese viaje. Allá si estuve bien. Jugué en los 10 partidos en que intervino el Club. Me gustó mucho el juego del América del Brasil; y, hasta me hicieron alguna propuesta para que me quedara por allá…

Cambiamos luego el giro de la conversación. El tema sigue siendo el mismo: el fútbol, ¡cómo no hablar de fútbol con Roberto Castillo que lo lleva metido en el alma!

—Yo creo que en esta campeonato nosotros tenemos mucha opción para terminar en la punta. Asi mismo creo que entre los candidatos más serios está Sport Boys y Atlético Chalaco, son los cuadros que hacen un juego más efectivo, más práctico por la marcación y de más penetración porque no hay jugadas de taquito ni cosa parecida

—¿Quiere decir que no le gusta ese juego de habilidad y picardía?

—La habilidad se puede utilizar para hacer goles y la picardía, apenas la necesaria para burlar al contrario y hacer inmediatamente el pase al compañero mejor colocado para que tire al gol. Sólo así se pueden ganar los partidos. Las filigranas y los carrouseles están buenos para entrenamientos o cuando se va ganando a un equipo con la seguridad de que no lo puede alcanzar al que empieza a hacer demostraciones de esa clase.

—¿Cuáles son a su parecer, los hombres que juegan un fútbol más de acuerdo con la época?

—Juan Lecca del Chalaco y Barbadillo del Boys. Como half, admiro mucho a Gerardo Arce y entre los backs me gusta mucho Enrique Perales.

—¿Y los arqueros que considera más difíciles de batir?

—Suárez y Ormeño. Sobre todo por alto es imposible vencerlos debido a su agilidad y estatura.

—Usted, lo mismo que su hermano tienen una gran agilidad, ¿a qué atribuye usted esa circunstancia?

—Me parece que se debe a todo el ejercicio que hemos hecho desde muy chicos. Principalmente practicábamos mucho el atletismo. En Chincha nos conocían bastante por las buenas marcas que poníamos en salto alto, largo, triple y en las carreras de velocidad. Teníamos pocos años, y ya Félix saltaba 1.65 m. en alto, yo, 1.40 m. En largo 4.60 m. en triple más de 9 m. Además con mi hermano y otros dos muchachos formábamos un conjunto muy difícil de batir en las postas de 4 x 100. Con todo eso me parece que es natural que ahora podamos desempeñarnos con elasticidad.

—¿Y cuáles son sus mayores entretenimientos aparte del fútbol?

—Lo principal, viajar por lo menos cada tres meses a Chincha para visitar a mis padres, luego me gusta ir de vez en vez al cinema. En verano me voy a Agua Dulce y jugamos un poco de pelota antes de bañarnos. Después, sin que esto quiera decir que me gusten las malas noches, siento gran afición por el baile, sobre todo por esa música tropical como las guarachas...

—¿Y su mayor aspiración, también aparte del fútbol?

—Poder juntar un poco de dinero, para comprarle a mis padres una casa donde todos podamos vivir juntos, felices y tranquilos.

Por último, nos cuenta Roberto una de las cosas que más o ha impresionado:

—Un día de 1942, fué a jugar a Chincha la Reserva del Alianza Lima. En el equipo limeño había un back alto y moreno que todos conocían. Era Alejandro Villanueva; perdió su cuadro y él no lo hizo muy bien; pero hizo unas cuantas jugadas que de por sí decían que en verdad era Alejandro Villanueva. Nunca lo podré olvidar…

*Equipo, Viernes 8 de Octubre de 1948, pp. 14-16.

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