Adelfo Magallanes. ¡Ah, Negro Diablo!
Una de las mejores, si no la mejor, pluma deportiva del continente, 'Don Pampa" de la prestigiosa revista chilena "Estadio", es el autor de esta semblanza de nuestro inolvidable Adelfo Magallanes. Ambos hombres reuniéronse en Santiago hace pocos meses, he aquí el resultado de su charla.
Con su boca grande y sus dientes perlados los negros se ríen de todo. Hasta de los años. Es el caso de Magallanes, que sigue joven, elástico, negrísimo, reluciente, sin una cana y sin una arruga. ¡Se tiene todavía más figura atlética que varios de sus muchachos! Camina acinturado, quebrándose, ladeándose como si se llevara la bola adelante e iniciara el dribling engañador. Y son 36 años los que lleva corridos. Nadie los acertaría. A estos negros no se les conocen años. Está intacto físicamente. Creo que si una tarde cualquiera se entusiasmara y saliera a la cancha, haría un partido de calidad, como sus mejores, sin esfuerzos, por que, viejo ladino, sabe todos los secretos para amansar la pelota, llevarla como le da la gana y engañar al adversario, burlarse de él. Camina en dribling. Es cuestión de ponerle una pelota adelante. El año pasado le pidieron que jugara un partido —se había retirado hacía meses, después de su último viaje a Chile como jugador, refuerzo del Universitario de Lima, a fines del 45—, y no dijo no. Meses que no tocaba una pelota y que no entrenaba. En la cancha hizo maravillas. El público que estaba congregado en el Estadio Nacional limeño gritó muchas cosas entusiasmadas y los negros le decían: "¡Buena, compadre Adelfo!". Podría seguir jugando, está enjuto, elástico, en estado atlético para entrar a la cancha. El lo desea, pero su hígado no. Ahí está la falla. El hígado no lo deja tranquilo, se le rebela y lo enferma. Esa dolencia lo ha mandado a los cuarteles de invierno. "Sólo tengo un deseo y un sentimiento —declara—, no poder seguir para defender los colores del club de mi vida: el Alianza Lima.
Es el club que se quiere como se quiere a la novia, “con supremos arrebatos, con unción", el club que quieren todos los negros y todos los peruanos. "Sólo por eso quisiera seguir jugando. Muchas tardes, en esas en que todo se dio mal para el equipo, he dicho cosas feas, contra mi hígado, que no me permite estar en la cancha."
El negro no esconde su dolor y no considero que, si ya no puede como jugador, en cambio sigue siendo un elemento valioso como director técnico. Desde el año pasado es el entrenador. Más, para él no es bastante, quisiera seguir vistiendo los colores con los cuales cumplió hazañas en las canchas de América y de Europa y cometió diabluras. Con la camiseta que para él fué como el uniforme de la patria, la camiseta de franjas blancas y negras. Quieren su color los negros. La primera vez que se reunieron los dirigentes en una casa del barrio de La Victoria, en los alrededores de la Plaza Manco Capac, para acordar el uniforme del Alianza Lima, hubo quien propuso que la camiseta y el pantalón fueran negros. Y casi así se resuelve, si otros no hubieran indicado el inconveniente. "Si el uni- forme entero es negro, nuestros jugadores no se van a distinguir.”
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Adelfo "El Bólido" Magallanes |
No es Adolfo Magallanes su nombre, sino Adelfo. ¿Por qué lo llamaron así, con ese nombre extraño en su ambiente? No debe haber sido la ironía de alguien que recordó que las adelfas son arbustos cuyo fruto es venenoso. No; porque siempre fué un negro bueno, alegre y suave. En las canchas de fútbol nunca se le vió hosco y fiero. Nunca; siempre trató de jugar con habilidad y con picardía. No puede entender el fútbol de o-. otra manera y por esto es que expresa con sinceridad su impresión sobre lo que ha encontrado ahora en las canchas chilenas.
—No, no es posible. Cómo puede llamarse jugar al fútbol esto de anular al adversario en cualquier forma de equilibrar su destreza a fuerza de patadas y de agarrones. Con la disculpa de la marcación se le está dando carta de ciudadanía a ese fútbol de guerra que sólo ocasionalmente y cuando se pierde la calma se ve en todas las canchas. Hacen daño a los demás y se hacen daño a sí mismos, por que así no se deja jugar al adversario, pero tampoco pueden jugar ellos. El fútbol desde que fué fútbol fué juego de destreza, de habilidad, de estrategia, y esto de la marcación es una caricatura ingrata que no debe prosperar. Bien la llaman la "marcación al hombre", porque se trata de marcar al hombre y no a la pelota.
"Yo he estado cuatro veces en Chile y la última fué el 45, con el Universitario. Bueno; en un año esto se ha agravado mucho. Ya el 45 se usaba esa vigilancia cerrada al rival, pero no se llegaba a los extremos de ahora. Es una táctica aceptable, para quien quiera usarla, que a cada delantero adversario se le ponga un hombre de punto. Está muy bien si éste lo cumple en una lucha leal, superando con habilidad e inteligencia la acción de su hombre, pero es reprobable que si el adversario es mejor, trate de anularlo por las buenas o por las malas. Es decir que cumpla con la consigna de "ese hombre no debe pasar de ninguna manera", y lo derribe a puntapiés y a empujones. Eso, lo repito, no es fútbol aquí ni en ninguna parte.
"Les ruego me permitan esta franqueza en mi calidad de admirador del fútbol chileno. Yo he visto excelentes cuadros de Chile, fuera de Chile. Ahí está lo curioso; parece que aquí, en su casa, con su público, tratan de ganar en cualquier forma y olvidan sus aptitudes ponderables. Los equipos de Colo Colo y Audax Italiano, que hace años actuaron en Lima, cumplieron campañas de calidad que aún se recuerdan. Subiabre, Luco, Montero, Schneeberger, Saavedra, Arellario, Ascanio Cortés, Giudice fueron cracks notabilísimos. Y éstos no jugaban con esa rusticidad de ahora. Entre los jugadores que he conocido esta vez no hay ninguno como aquellos, y si me hacen nombrar a alguno, éste tiene que ser Domínguez, centro delantero impetuoso, de recio shot y peligro constante dentro del área. Y noten el detalle, es un hombre que trata de jugar y no, de no dejar jugar al contrario.
Conversamos con Magallanes en su habitación del Hotel Plaza, de San Bernardo, y hasta allí llegan otros miembros de la delegación: el doctor Salinas, dirigente, y los jugadores Barbadillo, Mina y Janneau, y todos hacen coro a las declaraciones de su entrenador.
Se han sincerado en esta charla cordial con el cronista de "Estadio", y a una pregunta nuestra dicen que las tácticas de marcaciones no han podido entrar en el fútbol peruano pero que, sin embargo, el Universitario usa una especie de "media marcación", y este team ha sido campeón en dos temporadas seguidas.
El equipo negro que nos visita ha demostrado hasta ahora ser inferior al otro Alianza de 1935, a aquel en que Adelfo Magallanes fué una de sus figuras brillantes, y también al Universitario que vino en 1945. No obstante, ha constituído una buena atracción para nuestros aficionados. Después de haber sido derrotado el miércoles por Audax Italiano, la noche del sábado estaban congregadas 40 mil personas en el Estadio Nacional. Es que el equipo negro tiene su "sex-appeal" indiscutible. Como conjunto mostrará fallas evidentes en cuanto a colocación y tácticas, pero sus hombres son buenos en su técnica individual, diestros manejadores de la pelota, y vistosos en su acción, y por eso gustan y han atraído gran público a la cancha.
—Es el juego pícaro de los negros comenta Adelfo, que, con sus veinte años de fútbol, sabe mucho de eso.
El negro está dotado por naturaleza, es más elástico, más suelto, más ágil. Es la razón por que nos gusta el fútbol como "juego" de picardía y de destreza. Adelfo ha jugado en cinco campeonatos sudamericanos, en Lima, Buenos Aires, Lima, Santiago y Montevideo y en una Olimpiada Mundial, en la de Berlín el 36.
—Es probable que el fútbol del Alianza, éste de los negros, tenga su sello característico, pero es el fútbol que nos legaron los uruguayos. De ellos aprendimos la sutileza, la destreza y el "chiche". El fútbol tiene que ser eso: virtuosismo. El Belgrano, de Montevideo, se llamaba un equipo uruguayo que fué a Lima allá por el año 25, y encontró a una generación joven de muchachos de color que abrió mucho los ojos y se embebió en ese juego hermoso de los orientales. Nos dieron una lección que no se olvidó y que tuvo imitadores geniales en Alejandro Villanueva, Demetrio Neira, Montellanos, Lavalle, los García y tantos otros. Es la misma herencia que hoy practican Mosquera, Barbadillo, Pedraza, Castillo y otros. La quebrada, el pase corto, la desmarcada, la centrada baja y la finta con el cuerpo. Es el fútbol de los negros. Los negros le pusieron sones propios a ese fútbol de los uruguayos.
Alianza Lima, el club de los negros, el más popular del Perú, el equipo del pueblo, como se le ha llamado, se ha encargado de mantener vivo ese fútbol de fiesta, de gracia, de cháchara, este que ahora ha llevado dos veces cuarenta mil personas al Estadio Nacional, sin haberse desbordado en toda su proyección. Alianza Lima es el equipo de los negros: todo muchacho de color, de donde sea, de las sierras, de Talara, de Mollendo, de Pisco, de Ilo, de Moquegua, de Chiclayo, chalaco o piurano, que le dió por hacer gracias con la pelota, sólo tuvo un ansia en su alma: llegar a vestir la camiseta del Alianza. Casi similar a lo que ocurre en la popularidad y la fama a nuestro club del cual nunca ha sido desplazado, pese a que no siempre sus cuadros han llegado al campeonato.
Adelfo es un crack veterano que ahora actúa desde afuera de los límites de la cancha, y como todo hombre que ya cumplió su etapa, vive de los recuerdos, pero cosa curiosa. Oigámoslo:
—Muy lindo el fútbol, muy grandes los cracks de antes, pero yo creo que los equipos pasados no tendrían nada que hacer con los de hoy. Antes era más vistoso el fútbol, pero hoy es mucho más rápido y más práctico. Creo que el fútbol avanza y progresa y puedo atestiguarlo yo que he jugado sus dos épocas.
Es un viejo raro, si es que Adelfo es viejo, que evoluciona con la época.
He estado por esa barriada limeña de La Victoria, también por el mercado y por las afueras. Y por las "chifas", por Abajo el Puente y por el Paseo de los Descalzos. Y también por otros barrios donde he visto al negro de cerca, con sus costumbres, sus alegrías y sus tragedias. Y con su música. Recuerdo una fiesta en el centro musical "Carlos Saco", por Cocharcas, creo. Allí escuché música peruana: los valses, los tristes y los guainitos, y sentí abierta el alma del "cholo" y del negro; creo que a través de ese temperamento musical se puede comprender la razón de ese fútbol alegre y vistoso y de danza que nos han traído de nuevo los negros peruanos. En sus carreras, en sus dribblings, en sus quebradas, en sus fintas con el cuerpo hay mucho de ritmo del baile cadencioso y vibrante que es la marinera". Y para bailarlo hay que tener cintura suelta y piernas de goma. Como el cubano para la rumba, como el brasileño para la zamba, el peruano es para la marinera y para este fútbol que tuvo un cultor notable en Adelfo Magallanes, hoy maestro de los muchachos de color de una nueva generación.
Es el modelo, el espejo en que se miran estos jóvenes pigmentados de hoy. No hay más que verlo caminar con su ritmo de cinturo.
¡Ah, negro diablo!
*Entrevista publicada en la revista Equipo. Revista Peruana de Deportes, No. 1, año I, julio 4 de 1947, pp. 6-7 y 9.
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