Semblanzas del Pasado. Demetrio Neyra
Demetrio Neyra fué un caso patente del jugador exigente para consigo mismo. Cuidadoso de la forma, siempre preocupado por rendir performances a tono con su indiscutible prestigio de crack, procuró —a lo largo de su carrera deportiva— permanecer al margen de cualquier compromiso que pudiera resentir en algo o mermar un punto su buen estado físico. Acaso, a veces, pecaba de exagerado. Empero, el premio de su constancia estuvo en que llegó a alcanzar fama de hombre parejo y de interior insubstituíble en esa delantera inolvidable que tanta gloria dió a Alianza Lima y al fútbol peruano, y que conformaron: José María Lavalle, Alberto Montellanos, Alejandro Villanueva, Demetrio Neyra y Jorge Koochoi Sarmiento.
Amante del fútbol, este deporte es su pasión. Lo practicó desde pequeño. Y en 1918, siendo solamente un mocoso de diez años de edad, empezó su exitosa carrera haciendo sus primeras armas en el "Atlético Chosicano", cuadro que defendía los prestigios de la Villa del Sol.
Integrado por chicos voluntariosos y perseverantes, con ansias de llegar muy lejos, el eleven del "Atlético" no conformábase con sostener matchs en su terruño, sino que salía a buscar en otros lares contendores a tono con su calidad y empuje.
Así pasaron años corriendo por diferentes canchas. Al fin invitados por los organizadores del Campeonato Infantil del Callao, a jugarse en los terrenos de la Mar Brava, se encaminaron allá, fecha tras fecha, hasta finalizar el torneo.
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Fuente: Equipo |
De aquí arranca la etapa visible para el público de la campaña de Demetrio. Habiéndolo visto jugar Germán Cáceres, "El Cholo", que por aquel entoncés actuaba en la escuadra aguerrida y fogosa del "Atlético Chalaco", y comprendiendo el valor escondido que había en ese muchachito, lo impulsó, a despecho de su poca edad, para que saliera y hallara en cuadros de más categoría un porvenir más acorde con sus habilidades.
Felizmente para Neyra, sus padres hubieron de abandonar Chosica para radicarse en Lima. Con el traslado a la capital, el horizonte se aclaró, pues aquí eran muchos los equipos de importancia que brindábanle acogedores la bienvenida.
En los primeros instantes —siempre sucede así— hubo duda para escoger la camiseta. ¿Por cuál club decidirse?
Todos: el Jorge Chávez, el Ciclista Lima Association, el Alianza Lima, el Leonidas Yerovi tenían sus títulos bien ganados. Y en la balanza de las calidades su peso era casi igual. Además, otro, por allí, el "Calaveras", acentuaba la indecisión con su renombre de club bueno, lo raro de su apelativo y lo exótico de su uniforme: negra chompa de mangas largas con el amarillento cráneo pelado y las dos canillas cruzadas destacándose en la parte delantera. Y completando el aspecto trágico: negros y largos —hasta las rodillas— los calzones.
Para bien de Demetrio, alguien vino en su ayuda. Teobaldo. Herrera, gran amigo y compadre suyo, a la sazón delantero centro del quinteto de ataque del "Teniente Ruiz", lo sacó del atolladero enrolándolo en su línea. Hizo su estreno en el Arica enfrentando al "Yerovi".
Jugando, desde que se inició, de interior izquierdo, Demetrio Neyra era, a estas alturas, un hombre que conocía el puesto. Joven, de fácil y rápida carrera, en perfecto estado atlético, pues la gimnasia no dejaba de practicarla jamás; de poco dribling pero elástico para eludir al contrario, efectivo en el área chica —siempre fué el scorer de su cuadro— de eficiente pase corto, shoteador con los dos pies, aun cuando los directores de los equipos se mostraban tibios para ponerlo como titular —dado su corta edad y poco físico— su clase fué imponiéndose hasta consagrarlo.
Cuando en 1925 ingresó al Alianza, con Alejandro Villanueva, contaba 17 años de edad. Era un niño e iba a actuar en el primer cuadro. Y en esa época en que los partidos se dirimían reciamente, sin contemplaciones. Pero él jamás se quejó. Ni nunca supo salir resentido de los encuentros en que intervenía. En 1927 —dos años después, sólo tenía 19— le cupo la gran satisfacción de representar al Perú en el Sudamericano que se verificó en esa fecha en Lima. Poco después, en 1930, asistió, seleccionado en su puesto, al Campeonato Mundial de Montevideo.
Inquieto, ávido de horizontes, buscando a todo trance nueva meta, nuevos derroteros, anduvo por diferentes clubes. El Atlético Chosicano, el Teniente Ruiz, el Alianza Lima, el Circolo Sportivo Italiano, nuevamente el Alianza Lima, el Deportivo Municipal luego, y al fin Alianza Lima otra vez supieron de sus ansias de ser cada día mejor.. O, acaso, de ingratitudes o incomprensiones que los días numerosos transcurridos desdibujan y tornan borrosos.
En su tiempo, los nombres de Saldarriaga y Benavides, Maquilón y Moscoso en las extremas defensas; Parra- vicini, Mardones y otros en las líneas medias, atestiguan y dan patente de extraordinarias aptitudes para destacar, como lo hizo él, entre los ágiles.
Consideró el basket-ball como un deporte apropiado para mantener despierta la agilidad mental y rápida la vista. Lo practicó. Junto con su Club, el Boreal, llegó a jugar por la segunda división, cesando en él en 1930. Del balompié se alejó en 1936 estando en plena posesión de sus facultades. Hizo una breve reentré en el 41, pero luego se retiró. Mejor comprendido, con más oportunidades, hubiera, posiblemente, brindado muchas tardes buenas a los aficionados aún..........
*Moren, Augusto (27 de agosto de 1948). Semblanzas del Pasado. Demetrio Neyra. Equipo, p. 6.
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