Semblanzas del pasado. Alejandro Villanueva
Sólo un nombre a la posteridad: "EL MAESTRO". Efectivamente, Alejandro Villanueva es el maestro eterno para nuestra juventud que practica y practicará el foot-ball. Porque en Alejandro se vió el verdadero foot-ball peruano. Alejandro dejó la huella para que otros la sigan. Es la semilla del mejor fruto aprovechable y que, desgraciadamente, estamos en peligro de perder.
Una de sus cualidades era la picardía. Y por la picardía, casi barrimos con el mundo entero en 1936, en Berlín. No era Villanueva el hombre que para dirigir la línea hacía tal o cual jugada estudiada sobre papeles, pizarras o planos. Eso no servía para nada. Alejandro llevaba a sus hombres al campo diciendo: "¡Quiébralos! ¡Quiébralos!, a base de dominio de bola, cuando estén haciendo el ridículo, ¡zás!, un pase y hasta la coronilla......."
Y el público gustaba de eso. Deliraba cuando Alejandro quebraba no sólo a uno sino a tres o cuatro y, finalmente, pasaba la pelota a otro que hacía igual. Era el clásico "camote" que comieron argentinos, uruguayos, chilenos, finlandeses, noruegos y austriacos. Esto era un espectáculo, un monumento hecho al foot-ball peruano por don Alejandro.
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Fuente: Equipo, 26 de setiembre de 1947. |
Nacido en humilde casa del barrio de la Victoria, las calles fueron sus primeros pasos y con ellas las clásicas pelotas de trafo. Al igual que empezaron y empezarán muchos. Pero Alejandro llegó muy alto explotando su picardía y dejando escuela de ella. La clásica picardía criolla de hogares, plazas y calles la envió al campo de foot-ball y nació una escuela especial. Varios adeptos la copiaron. Fueron Magallanes, Caricho, Vides Mosquera y otros, pero no se arraigó como debió hacerse. Unos la olvidaron y finalmente dirigentes conspiraron para acabar con ello. En nuestros días se estudia la contratación de jugadores extranjeros para football. Ahora en nuestras canchas se jugará con papeles ferroprusiato, planes en la pizarra, hombre a hombre, V y W. Entonces nos derrumbaremos como si un sismo implacable cayera sobre todos. No sabemos explotar lo único que tenemos: la picardía de un Villanueva, de un maestro, del padre del football de todos los tiempos.
Allí están las frases y elogios que críticas extranjeras hicieron de nuestro foot-ball cuando el "Rodillo Negro" invadió Chile. Pero sobre todo, destacaba notablemente Alejandro Villanueva. Era el mago del balón que no hacía barullo en el campo. Jamás corría ni hacía aspavientos. No gritaba ni reclamaba. Con los brazos sólo tenía dos movimientos: cruzados antes de empezar y abiertos para "quebrar" a perico de los palotes. Puesta la pelota en sus pies jamás miraba a quien haría el pase. Tampoco lo sabían sus compañeros de cua- dro. Se movían por intuición, situación ésta que hacía que los equipos contrarios nunca supieran a quien pasaría el gran Villanueva y estuvieran nerviosos en grado máximo. Que lo digan los argen- tinos que siempre en los camarines decían: "¡Ché! ese "grone" es un fenómeno........"
Tampoco pensaba Villanueva de que sólo el foot-ball sería el sostén de su familia. Pues amante del trabajo cumplía en magnífica forma labores en la Municipalidad de Lima. Sólo en ratos libres acudía al Estadio a practicar, siendo su hora favorita las primeras de la mañana.
Con lluvia o sol, con barro o polvo, siempre a las 6 de la mañana estaba Villanueva en la cancha Nº 2 del Estadio haciendo sus prácticas. Estaba con sus pantalones larguísimos, su eterna rodillera blanca y una boína negra tejida por manos criollas. Un grupo de niños siempre le hacía compañía. Era un ejemplo para los niños de entonces. Su mejor actuación fué en Berlín. ¡Para qué repetir aquello! Alejandro se consagró y brindó lo último de su vida. Tan es así que lloró al final de su actuación frente a Austria. Después de ello Alejandro llegó al terruño a refugiarse en el cariño de los suyos, hasta que vino la fatal enfermedad que a la gloria lo llevó.
Ahora, sólo nos resta recordarlo. Recordarlo como maestro del foot-ball del Perú. Como ejemplo de lo grande que se es al poseer dominio de bola. Nunca puede ser futbolista quien no domine una pelota. Hoy se quiere hacer "galgos" que corran como locos y pasen como centellas, aunque se estrellen y se partan en dos. No hay esa galanura que motivaba la conversación privada que tenía: hombre y pelota. Esa conversación de la cual salía aquello clásico: el dominio y, después, los goles y finalmente el "camote" y el público delirante en las tribunas.........
¡Oh, qué foot-ball aquél! ¡Oh, qué Alejandro Villanueva! ¡El ídolo y maestro de todos los tiempos! Equipo te rinde tributo.
*Artículo público por un periodista de Equipo bajo el seudónimo de el "Amigo Olímpico". En Equipo, año I, No. 13, Lima, Viernes 26 de setiembre de 1947, pp. 28 y 32.
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